
Feliz Navidad.
Canción: Fruit Bats - The Earthquake of'73
En un mundo tan pequeño, los ojillos perfectos te buscan y te encuentran. Su mirada penetra y destruye las defensas más fuertes, las convierte en caramelos de regaliz extra largos, de un sabor puro y contundente; como los mejore besos. Los ojillos perfectos, según dicen ellos, tienen la mirada triste; sin embargo, al mirarlos lo que te llega a la boca del estómago, no es sino el principio básico de la felicidad. Como cuando te pillan el sitio de las cosquillas y las risas se convierten en gritos y chillidos que despiertan a los vecinos.
En Mundo tan pequeño, los ojillos gobiernan los movimientos que provocan los abrazos y los besos largos en las mejillas. Saturan de lágrimas de emoción a sus congéneres y crean conjuras para que a la mañana siguiente el sol brille con un resplandor diferente.
En un Mundo tan pequeño, los ojillos perfectos, tienen miles de nombres que van escoltados por mil besos cada uno.
Sólo tienes que buscar tu nombre y tu beso. Rellena la línea de puntos con tu nombre favorito.
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Canción: Los Rodriguez - Cuando t has ido
Hoy es Lunes, y la semana que viene será septiembre, el sol se esconderá antes y las sonrisillas que provoca el sol mañanero serán menos esplendidas.
Hoy es lunes y todo empieza con un despertador, el mío ha sido uno encantador que andaba por mercadota buscando secretos.
Hoy es lunes y me apetecía darme un paseo, y acercarme a un joven melocotonero, arrancarle algunos de sus frutos y saciar hambre y sed.
Hoy es lunes y pienso en ver mañana el árbol y comer y beber. Creo que iré.
Era una noche tranquila, de un tranquilo verano, cuando en vez de estar en aquella terrazita tomándome una cañita con el Chino y Güi, me vi en un sitio muy extraño. Era una habitación cerrada, sin puertas y sin ventanas, de forma ovalada. Desde uno de sus extremos, un resplandor me llamó la atención. Era un brillo que me olvidaba y recordaba, que me cogía y soltaba. Era una sonrisa que perduraba y un puchero naringón que escocía igual que los ojos cuando lloras. Y mi cabeza se llenó de luces que siempre veían del norte, y unos Angelitos Negros volaban alrededor de las luces. No tuve más remedio que preguntarme si quizá, Pascualín, había puesto alguna extraña absenta en la cañita, o Güi había introducido con una jeringa algún tipo de mejunje alucinógeno en la tapa de guarrillo, frito en aceite de tiempo ha.
Meneé la cabeza, fruncí el ceño y me dije: "Son cabrones, pero no tanto".
Y es que frente a mí continuaba el resplandor, así que tuve que acercarme, primero despacio, con precaución casi extrema; pero luego me fue cogiendo la impaciencia de la mano, y a ver que iba a hacer, soy un ser simple.
El resplandor se iba acercando paulatinamente, vislumbre con claridad que se trataba de un panel de control. ¡Cáscaras! Como diría Pedro. ¿Me encontraba dentro de una nave espacial? En mi cabeza comenzó a sonar la banda sonora de Barbarella. Música sesentera a todo trapo. Empecé a imaginarme la clase de extraterrestres que podría encontrarme y me froté las manos por no decir otra cosa.
"Caramba" pensé, "Barbarella mola, guay".
Y en seguida eché un vistazo al panel de control. Que extraño; no había monitores, no había botones, sólo dos peces que se cruzaban. "¡Pero bueno! ¿Y ésto?" Y entonces lo supe, mi mente se aclaro y se llenó de sábanas blancas tendidas al sol lavadas con ariel ultra. Los peces eras los mandos de la nave, si los tocaba, ¿qué ocurriría?
Humm, suspense, emoción. ¿Qué hacer? Mi pulso se aceleró y un sudor frío recorrió mi frente de norte a sur. Un instante despues, descruce los Peces, escuche un zumbido. Sonreí y cerré los ojos esperando que cuando los abriera encontrara ante mi a Jane Fonda quitándose su traje espacial.
Pero, puta vida, me encontré con la enorme napia de Pascualín y a Güi haciéndome los perrillos. Me di cuenta que el secreto de los Peces es que siempre deben estar cruzados, imperfectos, imitando a lo que pasa hoy y mañana.
Me sentí tan mal, por volver a la terracita que pedí otra ronda más y brindé por la puta vida.