4 de octubre de 2006

Material Obsoleto: ejercicios para antes de acostarse


Ciertos sentidos, se desorientan a veces por culpa del alcohol. ¿He cambiado tanto? Creo que no deberías meterte en mis asuntos. Al menos, mientras el dolor de cabeza sea soportable, puedo estar tranquilo. La luna, hoy, estaba tan bonita mientras conducía. Sólo necesito dormir. Ciertos sentidos... ciertos sentidos...
—Puedes venir a mi casa ahora, si quieres.
—Igual voy.
—Sí, siempre dices lo mismo; pero me tienes abandonaíta.
—Que puedo hacer si soy así de distraído.
—Eres un cabrón, perdona que te diga.
Y como un auténtico cabrón, voy y me encojo de hombros y luego pregunto:
—No tendrás un cigarro, ¿verdad?
—En mi casa tengo todos los paquetes que tú quieras.
—Con que intentando sobornarme, ¿eh?
— ¿Sobornarte yo? En la vida, cariño.
—Está bien, ahora dentro de un rato subiré.
— ¿De verdad?
Arqueo las cejas y sonrío, la miro a los ojos con aire seductor y mantengo la mirada hasta que aparta sus pupilas de las mías. Luego todo da lo mismo.
—A ver si es verdad.
El alcohol también confunde los sentimientos. El ganado no es sino eso: ganado. Y las luces son tan bonitas... la música está tan alta. Suena a jazz. No hay nada que perder. Y ya ha pasado el rato.
Ejercicio número uno: Acerca tus labios a los suyos y respira su piel creyendo que es otra piel la que respiras; luego déjate llevar aunque su boca apeste tanto como la tuya y pienses en una lengua inmaculada. Si te molesta tanto baja hasta el cuello, hasta que oigas los primeros suspiros.
Ejercicio número dos: Cierra los ojos mientras que con las manos buscas rincones ocultos y dejas al descubierto los secretos guardados bajo las leves telas y los suaves algodones. Deja a tus dedos tomar vida propia mientras horadan oxidadas tuberías en busca de flujos de un amor tan viejo como podrido.
Ejercicio número tres: respira tranquilo mientras sientes sus manos por tu pecho y tu ingle, levantando lentamente, al principio, un ego descuidado y mal acostumbrado. Respira tranquilo cuando su boca toma el control de tu hinchado miembro provocando oleadas de descontrolados latigazos por tu tripa.
Ejercicio número cuatro: El movimiento se demuestra andando.
Ejercicio número cinco: Mentiras y cigarro.
—Te he echado de menos, ¿sabes? ¿Por qué me haces tanto de sufrir?
—Ya sabes que no soy tan cariñoso como el resto de los tíos.
Mentira, te desvives por acariciar a otra.
—A mí me gusta tal y como eres. ¿Me quieres?
—No estoy seguro de si creo en el amor, para mí es un concepto un tanto vago.
Mentira, no es un concepto vago, sino amargo.
—¿Crees que el amor no existe?
—Sólo en las películas.
Mentira, que está en unas risas y una pelea de broma sobre la hierba.
—Que raro eres, no sé por qué me gustas.
Ejercicio número seis: Es hora de dormir.
—¿Por qué follo bien?
—¡Eres idiota! Mejor vete, ya me has jodido la noche.
—Lo siento, ya sabes como soy.
—Pues yo creo que no lo sé.
Arqueo las cejas, me encojo de hombros, me pongo la ropa. Intento sonreír; no lo consigo.
—Hasta mañana.
—¿Saldrás a tomar café?
—Supongo.
—¿Supones? Claro. ¿Cómo eres tan cabrón?
Otra vez el dolor de cabeza. La ventana está abierta, me acabo de dar cuenta de que llueve. Recalcando cada una de las palabras:
—Te, he, hecho, una, pregunta.
Cigarrito para el pecho. Mirada triste a unos pechos desnudos, a un cuerpo excesivamente delgado, a una mirada neurótica.
—Joder como llueve.
No hay más deseo que el hecho de perder la voluntad por un último beso. Y ese deseo se pierde en un orgasmo a destiempo, en un balanceo destemplado de sentimientos inconexos. En una batalla, sin duda, perdida.
—Hasta mañana.
Ejercicio número siete: Con la chupa vaquera sobre la cabeza y a buen paso, me intento proteger de la lluvia. Atrás sólo queda una luz encendida.

1 de octubre de 2006

vasos

Hay un momento de una noche de fin de verano, en el que una ráfaga de viento, te hace sentir un frío horrible. Antes, en compañia de otros como tú, te has acabado en un santiamen setenta centilitros de ron venezolano.
Es el momento perfecto de recoger. Es el momento perfecto de recogerse y guardar, risas y conversaciones transcendentales hasta el momento de comprar otra botella de venezolano añejo.
Es el momento de dejar atrás al frío que viene y concentrarse en el próximo verano. Si vendrá precedido de Angeles Negros, o tal vez verdes, quizá Blancos; a lo mejor de todos los colores. Y si los colores no son sino variaciones de Luz. ¿De dónde vendrá? ¿Del Norte? ¿Del Sur? ¿Del Este? ¿Del Otro?
Mientras tanto, vistámonos para la ocasión.

cancion: maga - swann